Dar muerte al gato

Un amable lector me pregunta por el significado de la expresión “dar muerte al gato” que yo he utilizado en algún editorial. Pues bien, se trata de una frase popular muy usada en nuestro Siglo de Oro que pone de manifiesto la inequívoca intención de dejar “pelado” y sin un real a un jugador. En aquella época, la bolsa del dinero se confeccionaba con piel de gato y de ahí la frase en esa España de Coimas, Mandrachos, Palomares, Garitos y Leoneras como acepciones de las miles de Casas de Juego que salpicaban nuestra geografía.

Un amable lector me pregunta por el significado de la expresión “dar muerte al gato” que yo he utilizado en algún editorial. Pues bien, se trata de una frase popular muy usada en nuestro Siglo de Oro que pone de manifiesto la inequívoca intención de dejar “pelado” y sin un real a un jugador. En aquella época, la bolsa del dinero se confeccionaba con piel de gato y de ahí la frase en esa España de Coimas, Mandrachos, Palomares, Garitos y Leoneras como acepciones de las miles de Casas de Juego que salpicaban nuestra geografía.

El Juego era una de las grandes pasiones nacionales a la que se rendían no sólo los
miembros del populacho, sino muchos de los intelectuales de la época. Sin ir más lejos, Góngora era “Garitero” y regentaba una Casa de Juego en la madrileña Calle del Santo Niño de la Guarda ( hoy calle de Quevedo ) que, por cierto, acabó comprando Don Francisco de Quevedo y Villegas que finalmente desahució a Don Luis de Góngora a quien más tarde dedicaría su famoso verso “ Fuese con Satanás, culto y pelado”.

Recomiendo lectura y estudio del Juego a través de nuestro inigualable Siglo de Oro que los teóricos más modernos sitúan entre la publicación de la Gramática Castellana de Nebrija en 1492 hasta la muerte de Caderón en 1681. En la historia anterior se llega incluso a castigar a los jugadores con la pena de muerte en virtud del Fuero de Salamanca aunque, como observa Quintano Ripolles en la Revista de Derecho Privado (tomo II, Madrid 1958) se trata de una pena excepcional en la Historia del Derecho Penal de la Edad Media.

Así las cosas, no les fue mucho mejor a los jugadores que hicieron gala de su afición tras el descubrimiento de América. Normas como las de Felipe II en 1568/86/93 quebraban el principio de igualdad entre españoles. A los nobles e hijos de hidalgos no se les imponía pena física sino económica, mientras que los azotes, las galeras o la prisión era el castigo destinado a los pobres… Sorprende que, aún hoy, se siga manteniendo como cierto que los ricos juegan por esparcimiento, ocio y diversión, contrariamente al vicio y enfermedad que arrastran los indigentes… Pensamiento del que también habría que partir para desarrollar una correcta teoría sobre la ludopatía que enriqueciera la concepción chatarrera que tenemos actualmente sobre tal minusvalía… Porque no es lo mismo que” te den muerte al gato”, a que tú mismo te empeñes en matar a tu propio gato, echándole la culpa a los demás…Claro que con esto no estarán de acuerdo los mercaderes de la autojustificación.