Confusión y desengaño

Vivimos tiempos de confusión y desengaño. Los efectos malignos de la crisis ha dejado al descubierto la verdadera cara oculta de las cosas y un mundo de buenos y malos ha cedido su espacio al universo descarnado de lo relativo. ¿Eran malos los 50.000 bares que han cerrado? ¿Eran incompetentes los 45.000 trabajadores del Sector que han perdido su trabajo? ¿Y las empresas que han cerrado o malviven entre esperanzas que nunca se concretan en realidades? ¿Echamos la culpa a los Empresarios, al Gobierno, a los Bancos, a la Iglesia, a las Asociaciones… ? ¿Nos han engañado o nos hemos engañado nosotros mismos ?

Vivimos tiempos de confusión y desengaño. Los efectos malignos de la crisis ha dejado al descubierto la verdadera cara oculta de las cosas y un mundo de buenos y malos ha cedido su espacio al universo descarnado de lo relativo. ¿ Eran malos los 50.000 bares que han cerrado ? ¿ Eran incompetentes los 45.000 trabajadores del Sector que han perdido su trabajo ? ¿ Y las empresas que han cerrado o malviven entre esperanzas que nunca se concretan en realidades ? ¿ Echamos la culpa a los Empresarios, al Gobierno, a los Bancos, a la Iglesia, a las Asociaciones… ? ¿ Nos han engañado o nos hemos engañado nosotros mismos ?

Por alguna razón del inaprensible subconsciente llevo varios días recordando el esclarecedor “Catón de Guerra Alemana” de Bertolt Brecht y no puedo evitar cierto paralelismo con la situación que todos conocemos. “CUANDO LOS DE ARRIBA HABLAN DE PAZ, EL PUEBLO LLANO SABE QUE HABRÁ GUERRA “…”LOS QUE ROBAN LA CARNE DE LA MESA, PREDICAN RESIGNACIÓN… LOS HARTOS HABLAN A LOS HAMBRIENTOS DE LOS GRANDES TIEMPOS QUE VENDRÁN”….”LOS QUE LLEVAN LA NACIÓN AL ABISMO, AFIRMAN QUE GOBERNAR ES DEMASIADO DIFICIL PARA EL HOMBRE SENCILLO”…”LOS DE ARRIBA SE HAN REUNIDO EN UNA SALA. HOMBRE DE LA CALLE: ABANDONA TODA ESPERANZA”

Confusión y desengaño… El discurso sectorial es ambivalente y ya no sabemos de qué parte ponernos. La frontera entre lo bueno y lo malo se ha tornado confusa. El interés general se diluye como un azucarillo en las aguas de lo políticamente correcto y la masacre profesional siempre encuentra palabras de aliento o giros eufemísticos que justifican la ignominia. Es como si volviéramos a los usos y costumbre de una Dictadura cuya Policía siempre mataba disparando al aire… Aquí nadie tiene culpa de nada, pero por las ventanas del poder sectorial se siguen suicidando lo mejor de nuestra clase empresarial…

Existe un silencio desgarrador e indiferente a los aullidos que todos sentimos en nuestra particular verbena de soliloquios… Preguntas inquietante que se ocultan entre la multitud de bombillas de colores con las que nos hemos propuesto adornar y alumbrar nuestro fracaso. Adornos y luces que, con el paso del tiempo, parecen dibujar nuestra propia calavera. Al final, todo acaba archivado en un cementerio. Lo malo es que estamos sufriendo una larga noche de muertos vivientes…