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De buten

Trabucar es la palabra… Ofuscar, confundir y trastocar el conocimiento… Cual dulce florecilla abierta a la renovadora vehemencia primaveral, mi punto G intelectual ha quedado al descubierto ante la inteligencia y perspicacia de mis queridos lectores. He sido tan torpe al escribir que, al intentar fomentar un debate sobre los usos y maneras de disfrutar el Juego, sólo he conseguido atraer razonables críticas sobre mi mismo. No experimento motivos de aflicción o queja porque, una vez más, se ha cumplido el objetivo pretendido en los 258 Editoriales que llevo escritos en AZARplus…El que se mueve, sí sale en la foto…Crítica y debate son necesarios ante la costra inmovilista sectorial…

Trabucar es la palabra… Ofuscar, confundir y trastocar el conocimiento… Cual dulce florecilla abierta a la renovadora vehemencia primaveral, mi punto G intelectual ha quedado al descubierto ante la inteligencia y perspicacia de mis queridos lectores. He sido tan torpe al escribir que, al intentar fomentar un debate sobre los usos y maneras de disfrutar el Juego, sólo he conseguido atraer razonables críticas sobre mi mismo. No experimento motivos de aflicción o queja porque, una vez más, se ha cumplido el objetivo pretendido en los 258 Editoriales que llevo escritos en AZARplus…El que se mueve, sí sale en la foto…Crítica y debate son necesarios ante la costra inmovilista sectorial…

Ha sucedido donde yo menos esperaba y sobre un tema en el que no pretendía ser especialmente provocativo. Pero tengo que reconocer que quienes me han criticado andaban sobrados de razones para ello. Con ” Glamour “, el Editorial del pasado viernes, inconscientemente me dejé deslizar por la pendiente del desprecio que siento ante la vulgaridad, la simpleza y la insana dejadez pública de la propia apariencia. Quise hacer un retrato de lo ajeno y a la vez me retraté a mi mismo al dibujar también esos perfiles ciertos de mi personalidad. Nunca he sido, ni soy, ni seré, ni me comportaré como un típico señorito… pero sí es cierto que pude haber dado a entender todo lo contrario…Toca explicarlo y explicarse.

Siento tanto respeto por el ejercicio de la libertad civil del Juego, que no siempre consigo frenar las razones refractarias al ideal que sustenta dicho respeto. Un ideal basado en el mejor escenario para la interacción humana…Un ideal hermanado al derecho constitucional del Ocio…Un ideal disfrutado en un contexto de excelencia creativa y liberadora… Y cuando los empresarios o los clientes se desvían de ese sueño, rompen la magia que era su razón de ser. Ustedes perdonen, pero un individuo que públicamente imita en seco los frecuentes escupitajos de las estrellas de fútbol en los estadios, no es el mejor candidato, ni ofrece la mejor imagen para la película del Juego que yo llevo en la cabeza, por muy elegante y costoso que sea su vestuario… Lo mismo pienso del jugador que se mueve encapuchado en el Casino, Salón o Bingo…Alguna frontera de lógico decoro debemos poner… Eso o exponernos a verle jugar desnudo o vestido de buzo, pongo por caso… Las Salas de Juego no pueden convertirse en perpetuas Salas de Carnaval…

Una cosa no quita, sin embargo, la otra. Volviendo al principio, el viernes me convertí sin quererlo en la diana del debate y la crítica constructiva. Algunos lectores me hicieron probar mi propia medicina. Me siento feliz por ello. Mi torpeza refrenda así mi objetivo. ” El Editorial de Ortega ” seguirá siendo la sección más crítica, más viva y más libre de toda la prensa sectorial. Hoy siento el orgullo de pertenencia a lo que de buten tenemos.

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3 Comentarios

  1. Me ha gustado mucho su frase ” El que se mueve, sí sale en la foto ” porque creo que acierta plenamente en lo que el sector necesita. He visto también el comentario del señor Ortiz en la noticia sobre GiGames y me ha parecido muy interesante que los grandes se impliquen en las cosas que nos suceden. El silencio y el inmovilismo nunca nos ha traído nada bueno.

  2. Enhorabuena al editor por su capacidad de rectificar y de pedir disculpas. Yo estoy de acuerdo con él con que en los casinos se ven unas pintas lamentables, sobre todo a clientes jovenes dde póker, pero ni él ni yo somos quiénes para decirle a nadie como vestirse o como peinarse. He oido decir que el casino de torrelodones va a volver a imponer la chaqueta y me parece un error que le quitara clientela y que tendrá que volver a rectificar despues. Y es que tener derechos no es una cuestión de buen o mal gusto.

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