Despertares…

Zapatero se resistía a pronunciar la palabra “crisis”, como ahora hace Rajoy con el término “rescate”. Y uno se pregunta si los políticos que nos gobiernan son realmente de este mundo o verdaderamente nos los manda Dios para hacer todavía más insufrible este valle de lágrimas. Es un misterio inextricable en el que ni siquiera Su Santidad el Papa ha conseguido poner orden. Claro que a él le tiene que dar igual sabiendo, como sabe, que nuestra vida sólo es un tránsito a lomos de los mercados, la prima de riesgo, el sexo mercenario o la Coca Cola…

Zapatero se resistía a pronunciar la palabra “crisis”, como ahora hace Rajoy con el término “rescate”. Y uno se pregunta si los políticos que nos gobiernan son realmente de este mundo o verdaderamente nos los manda Dios para hacer todavía más insufrible este valle de lágrimas. Es un misterio inextricable en el que ni siquiera Su Santidad el Papa ha conseguido poner orden. Claro que a él le tiene que dar igual sabiendo, como sabe, que nuestra vida sólo es un tránsito a lomos de los mercados, la prima de riesgo, el sexo mercenario o la Coca Cola.

Yo propongo, para acabar con la “crisis”, ir al “rescate ” del Santo Oficio. Nos pondríamos así a la altura de nuestros hermanos musulmanes y no tendríamos ninguna necesidad de utilizar el fenómeno abstracto del lenguaje para vivir la realidad. No existiría ninguna justificación lingüística para explicar los acontecimientos de nuestra existencia, bastaría con echar un vistazo a la Biblia o al Corán para entenderlo todo.

Incluso en el microcosmos del Juego sería más fácil la convivencia en paz. Los más poderosos repartirían putas, casinos y millones por toda la faz de la tierra y aquí, en las 17 Españas, las Leyes y Reglamentos serían sustituidos por los textos Sagrados de nuestra cultura. Con suma facilidad podríamos elaborar los 10 Mandamientos del Juego o un resumen al estilo del Evangelio de San Mateo: ” Amarás a Adelson sobre todas las cosas y al prójimo como si fuera Director General o Presidente de Cirsa “

Tenemos problemas porque queremos tenerlos. La tarta del Juego es lo suficientemente grande como para que se nos acabe indigestando… Y no nos queremos dar cuenta de la brevedad de una vida única, irreversible e irrepetible. La nuestra.