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EL BLOG DE LAURA “That’s poker baby!”

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Hubiera sido un pecado imperdonable,- no uno de esos pecadillos tan agradables que siempre me perdono a mí misma- sino un pecado completamente imperdonable y de los más impresentables ir a Barcelona y no visitar el Gran Casino de la ciudad y… ¡precisamente cuando estaban celebrando el EPT!

En el Puerto Olímpico de Barcelona, entre dos playas, uniendo el cielo y el mar del Mediterráneo, el Gran Casino me abrió sus puertas para deslumbrarme con la mayor cita de póquer anual que se celebra en España. El anfitrión de este increíble Torneo era PokerStars, es decir Póquer y Estrellas, y de verdad que en Barcelona PokerStars hacía honor a su nombre. Aunque yo no soy capaz de sentarme a la mesa en un Campeonato Internacional de esta categoría, porque los nervios que me entran creo que se convertirían en vértigo, me contagié con la pasión que transmitían los jugadores: ¡Dos mil hombres y mujeres levantando una puntita de sus cartas, algunos con toda la emoción del mundo en sus ojos, otros fríos como un témpano de hielo! ¡Es un espectáculo inolvidable! Y además me dijeron que batía el récord de todos los anteriores años porque nunca tantas personas y de tantos sitios habían acudido a la cita de las cartas mágicas en la Ciudad Condal. O no tan mágicas porque aquí cuentan mucho, según dicen los que saben, las matemáticas y la psicología. Seguro que es verdad porque los Campeones del EPT son personajes de un talento extraordinario, verdaderos ídolos para los aficionados a este juego a lo largo y ancho de toda Europa, en realidad de todo el Globo, que son tan admirados como otros famosos que tampoco han resistido la tentación de sentarse con PokerStars en el Gran Casino de Barcelona: porque ahí estaban, y solo es un ejemplo, deportistas como Neymar y Piqué, o mi admiradísimo Sergio García, el gran as del golf al que dejó sin fichas justamente un as del póquer llamado Adrián Mateos, un chico del que me cuentan al oído que fue, hace muy poco porque es muy joven, algo así como un niño prodigio del póquer y que apenas con el DNI estrenado ya arrasaba en todos los Campeonatos y podía dar lecciones a quienes se tenían por maestros. Y al igual que en el deporte –porque el Póquer ya está reconocido en muchos países como un deporte mental- a mi me encantan los que pierden con un gesto de cortesía tendiendo la mano a su vencedor. Eso me recuerda las palabras de Leonardo da Vinci: “Amo a aquellos capaces de sonreír ante las dificultades”. Y en el EPT de PokerStars-Gran Casino de Barcelona había sonrisas por toneladas porque en el póquer y antes y después del póquer todo era divertido o cautivador o estaba muy rico, y es que había barra libre y comida gratis para los competidores y muchas más cosas para los demás. También premios muy especiales a modo de regalo, como los Platinum Pass que son paquetes de 30.000 dólares para jugar otros torneos, competiciones de Play Station, fiestas organizadas por PokerStars en sitios estupendos a dos minutos del Casino, y para los que vuelan por unas alturas que pueden marear a una chica como yo, unas partidas llamadas Super High Roller a las que te puedes sentar con solo pagar una inscripción de 100.000 euros, o sea que si ganas…

Bueno, yo no llevaba encima 100.000 euros pero no hace falta tanto para jugar en el EPT de Barcelona o en uno de sus torneos paralelos con precios mucho más moderados. Había oportunidades para todos y 13 días para encontrarlas al viajar hasta allí de la mano de PokerStars Travel y, si al final las cartas no quieren que ganes a nada, siempre te queda la luz de la luna en la playa de Barcelona después de 14 horas de torneo para tener un final feliz y romántico… si te lo mereces.

* Laura es un personaje ficticio que cede su imagen a nuestro verdadero Jugador

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