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El Dios del Miedo

Veo un cine de sábanas blancas para el futuro más inmediato del Sector. Una ensoñación que remachará un ciclo de imposible vuelta atrás. Veo un mundo profesional aterido, pasmado de un frio puntiagudo y cortante que le enseña el camino sin retorno del temido fracaso… y la curva, quizá hasta el cambio de sentido total… hacia el lugar del que quizá nunca debimos salir… ¿ Si no era esto, por qué hemos llegado hasta aquí ?

Veo un cine de sábanas blancas para el futuro más inmediato del Sector. Una ensoñación que remachará un ciclo de imposible vuelta atrás. Veo un mundo profesional aterido, pasmado de un frio puntiagudo y cortante que le enseña el camino sin retorno del temido fracaso… y la curva, quizá hasta el cambio de sentido total… hacia el lugar del que quizá nunca debimos salir… ¿ Si no era esto, por qué hemos llegado hasta aquí ?

En cuanto nos descuidamos, la vida es como ese tren que vemos marchar en el horizonte… Con los negocios no suele suceder algo muy distinto. Negocio y vida, vida y negocio son el haz y el envés de la espada con la que ganamos o perdemos las batallas de nuestra existencia. Forma, por tanto, un solo bloque, en el que ni siquiera ambas partes suelen estar de acuerdo. Somos hijos de nuestros propios soliloquios, amantes de la saliva con la que nos lamemos las heridas romas de nuestra conciencia. No hay más… o muy poco más… Nosotros y el espejo en el que nos miramos. En la lejanía, los demás…

El fracaso no vendrá por volúmenes de proporción. Ni el online, ni cualquier otro juego facturará más de lo que ahora estamos facturando… No vendrá tampoco por estadísticas intelectivas de dudosa segregación, aunque hayamos mantenido alta la llama de nuestra propia combustión… Ni siquiera hay que esperarlo por la asfixia del dinero que manejan los bancos…

No, el fracaso no vendrá por ahí… Lo hará como un tropel de clientes alegres y ruidosos en la búsqueda de otros juegos, otros negocios, otros tratamientos… Y será cuando aprendamos la lección, cuando reconozcamos el verdadero valor del único patrimonio perdido o entregado a la molicie costumbrista de los pasados treinta años. Ese es el definitivo Dios que puede hacernos dudar… El Dios del miedo a la estupidez de tener miedo, pero nuestros clientes nos ven de otra manera…

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NOVOMATIC

1 Comentario

  1. Sr. Ortega su artículo de hoy es bello y triste con una dramatica conclusión en la que probablemente tiene usted razón: NOS ESTAMOS QUEDANDO SIN CLIENTES porque durante treinta y cinco años nos hemos preocupado y todavía lo hacemos, de otras cosas. ¿ A quién le echamos la culpa ?

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