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Eulogio Pingarrón escribe este artículo en recuerdo de Juan Pareces en el aniversario de su triste fallecimiento

Hoy, alguien en la Radio ha recordado a Carlos Cano,… y yo he recordado a Juan Paredes

Eulogio Pingarrón

Carlos Cano, junto con Alberto Cortez y alguno más eran cantantes de mi preferencia, se me daba bien imitarles y me gustaba su tipo de canción.
Esta afición, como no podía ser menos, la compartía con mi amigo Juan y apenas coincidíamos en días de descanso (en su casa o en la mía, en Madrid o en Alicante) poníamos en el casete, sobre todo a Carlos Cano; a Cortez  un verano fuimos a verle actuar a Santa Pola (actuaba en El Palmeral), en verano alternábamos las noches entre El Gallo Rojo en Campello, el Palmeral en Santa Pola y cena en el Quo Vadis detrás del Ayuntamiento enAlicante, a veces comidas en “El Batiste” en Santa Pola;
-Carlos Cano no le recuerdo actuando en Alicante-

Juan y yo, tal como suele darse entre dos amigos “como Dios manda”, nos pasábamos la vida discutiendo a nivel profesional, (a nivel familiar siempre fuimos dos entrañables amigos); fuimos patrón y empleado en una larga temporada; socios en una corta asociación;  y competidores cada uno en su Fábrica, en el mercado del Automático.
Cuando fuimos patrón y empleado, la Marca Petaco se situó de la nada (yo entré a trabajar cuando se fundó la empresa) en la primera en España y una de cuatro en el mundo; 15 años después no me sentía a gusto y ya, con un más que aceptable nivel de amistad y confianza solicité la baja voluntaria, y me fui “al paro”.
Nuestra amistad a nivel personal y familiar seguía fuerte, nos juntábamos casi todos los fines de semana las dos familias para comer o cenar;
Pasaron poco más de tres años y Petaco perdió el crédito y “la magia” que había distinguido a sus productos y llegó la “bancarrota”. Hubo que cerrar, liquidar la Sociedad y fundar otra Sociedad con los mismos socios y se absorbió parte del personal y se trasladó aquello que se salvó de las instalaciones a otro edificio.
Ya estaba todo dispuesto para iniciar una fabricación, pero faltaba lo fundamental: la persona capaz de crear los nuevos modelos de máquinas.
Yo en esos tres años había puesto en marcha una pequeña fábrica y paso a paso iba viendo resultados, no vendía mucho pero el producto se iba acreditando; los clientes decían que mis máquinas tenían “el sello de Petaco”, yo les contestaba que eran las máquinas de Petaco las que llevaban “el sello mío”, yo había sido “la mente creativa” en Petaco durante cerca de 15 años y dejé la impronta de mi trabajo allí por donde pasé.
La nueva fábrica de Juan P. no terminaba de cuajar, no se atrevían a volcarse en la fabricación porque no tenían fe en los modelos que tenían en proyecto y entonces Juan se traga su orgullo (yo también tenía mi cupo de soberbia) y me ofrece venderme una participación de las acciones de la nueva Sociedad a cambio de que yo preste mi colaboración para dirigir la puesta en marcha del sistema de la fabricación, así como la creación y diseño de los nuevos modelos; acepto y me pongo a trabajar, lo hago en los locales de mi propia fábrica, diseño el prototipo de la futura máquina, y sobre planos de edificio diseño los puestos de trabajo de la nueva fábrica de Juan.
El primer modelo que sale de la nueva fábrica es presentado en una Feria y obtiene el trofeo a la mejor máquina de la Feria.
Las ventas se llegan a hacer con dinero en mano, la máquina rompe todos los records de fabricación y ventas a nivel Español, las acciones de la Sociedad adquieren un valor en el primer año con un beneficio neto de un 65% sobre lo invertido.

Llega la hora de echar cuentas, ya que yo nada he cobrado por mi trabajo; (en aquel entonces y sobre valor de mercado mi trabajo podría estimarse en no menos de 25 Millones de Pesetas.
Se me escatima el éxito… y se infravaloran los resultados, yo me cabreo con Juan y le digo que cuando consideren lo que ha valido mi trabajo y los resultados, que me hagan una propuesta, y si yo la considero justa aceptaré lo que me ofrecen, si no la considero justa les tiraré a la cara lo que me ofrezcan. –Nunca cobré nada-
Y mientras tanto, pongo en venta mis acciones ya que nada quiero saber de la Sociedad; Juan me compra las acciones y nos despedimos con la promesa de que esto no afectará para nada a nuestra amistad.
Seguimos viéndonos casi a diario pues coincidimos en el mismo restaurante, seguimos discutiendo (pero menos); desde que yo dejo la Sociedad comienzan de nuevo a darse situaciones de nepotismo (cosa que yo siempre combatí y se lo señalaba a Juan como el cáncer de las Empresas), pero yo ya no era socio y no era mi problema.
Se pasa el éxito del primer modelo de Máquina, yo ya he dejado la Sociedad, y comienza un lento retroceso en las ventas, los nuevos modelos de Máquinas ya no tienen el éxito comercial de la 1ª y comienza el declive.
Seguimos viéndonos en las comidas y seguimos discutiendo, en buen tono, pero discutiendo.

Me visita el Gerente de una de las principales fábricas de la competencia y me pide que le venda el derecho a copiar el modelo de máquina que yo tengo en fabricación (La ODIN), y a cambio de darle los documentos para que fabrique y copie el mismo modelo que yo estoy haciendo, me pone en la mano 16 Millones de Ptas. y me ofrece para el futuro seguir fabricando y pagándome los siguientes modelos de máquinas que yo diseñase; me pone como condición que mi firma debe ser “registrada” e ir impresa en cada una de las máquinas, como asimismo me saca billetes y Hotel en 1ª para ir a la feria de Chicago (2 días)y presentarme a los directivos de las principales Firmas de EE UU.
Ante todo esto, mi amistad con Juan comienza a resentirse a la vez que su fábrica empieza a declinar; por su secretaria sé (Manuela Giménez que ahora es vice presidenta de una de las mayores Empresas del Sector) que la empresa va muy mal, que no sabe cuántoaguantarán hasta el cierre porque la suspensión de pagos se hace casi obligatoria, que si yo no puedo llegar a un entendimiento con Juan ya que soy quien puede salvar la empresa.

Estamos a principios del verano de 1987 y ya en el verano anterior algo rondaba por la cabeza de Juan (una noche me lo comentó caminando los dos a solas por un pequeño bosque en “La Coveta Fumá” -El Campello-
A mí ya me empieza a preocupar y a primeros de Agosto de 1987 llamo a Juan y le digo que es necesario que hablemos despacio y que zanjemos nuestras diferencias a todos los niveles; me responde que también lo ha considerado y que en ese momento se marcha de vacaciones, pero que a la vuelta me llama y nos sentaremos y hablaremos hasta que lleguemos a un acuerdo. Su secretaria me llama poco después y bastante aliviada me dice: ¡Eulogio, por favor trata de llegar a unos acuerdos!

El 11 de Septiembre de 1987 recibo una llamada diciéndome que en Sevilla, y cuando se disponía a regresar, han tenido un accidente de automóvil y de los 4 pasajeros, Juan ha muerto de forma instantánea.

A partir de ahí, él perdió su vida y yo perdí la vida de él.
Yo ya no tenía contra quien demostrar ni contra quien competir.
Se había ido quien un día me dijo: mira Eulogio, no te empeñes en aprender, si acaso empéñate en enseñar; no te olvides que “das una patada”y salen cien ingenieros, o cien dibujantes, pero creativos de tu nivel y con tu especialidad, en todo el mundo no creo que lleguen a 7, ocho a lo sumo.

Este fue el amigo para quien alguna vez fui al cementerio en esas horas mañaneras que nadie va, paraba el coche junto a su mausoleo, poníaun casete de Carlos Cano y con la puerta abierta del coche dejaba que Carlos Cano nos siguiese deleitando como tantas veces, Juan lo escucharía desde dentro de su tumba, y yo desde dentro de mi coche.

Ahora que han derribado Florida Park recuerdo que fuimos a cenar la Noche de Reyes, él había quedado con anterioridad con su hermano Miguel y su hermano llamó y puso pegas porque iba yo, Juan dejó recado y dijo “si no quiere venir, que no venga, es su problema”, yo le dije: hombre Juan si habías quedado con tu hermano ve con él que al fin y al cabo es tu hermano.
Me respondió: “mira Eulogio, a los hermanos nos los dan hechos; a los amigos los elegimos nosotros”.
Éramos del Atlético de Madrid, no muy forofos, pero seguidores; desde que murió no he vuelto a ir al futbol”

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