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Articulo de Opinión EXCLUSIVO por Germán Gusano

Finalidad: estigmatizar al adversario

Germán Gusano

Tras los recientes debates, votación y aprobación en las Cortes Valencianas de una nefasta Ley de Juego, se le añade una conducta del PSPV que persigue dejar una “cicatriz” social en algunos compañeros del hemiciclo por, simplemente, pronunciarse en contra o abstenerse. Lamentablemente, muchos políticos sufren esas artimañas que olvidan los valores esenciales para una convivencia pacífica. Como riesgo de su oficio, deberían dominar las oportunas técnicas de prevención para mantener saludable su ecosistema. En su calidad de representantes públicos requieren un extra de elegancia que evite algaradas absurdas. Ojalá pudiera hablarse más de la profundidad de sus reflexiones o la trascendencia de su gestión. El problema es que, muchos de ellos, se ahogan en argumentos triviales intentando medrar a través de la bulla que etiqueta al botarate de turno.

A través del reciente improperio, respecto al juego de azar, uno más, vertido a través de Twitter (“Socialistas por la Sanidad Pública”) escupen lo siguiente: “para que no haya olvido, aquí las caras y nombres de los que votaron NO a proteger a los menores de la ludopatía. ¡RETUIT para la memoria!”. Plasmando un antisemitismo de corte ideológico, generando un listado con tufo mafioso, que debería pasar factura a quienes sean responsables de una bajeza semejante, mostrando una estulticia de calibre superlativo. En este sentido, sin duda, se han cubierto de “gloria”. En aras de la inteligencia espero que sus representados no compartan este contenido cobarde. ¡Fair play señores! y, en su caso, revisen la libertad para atacar que otorgan al kamikaze que tienen por community manager.

Estoy convencido que los identificados en ese tweet (PP, Cs y Vox) piensan en proteger a los menores, pero también respetan los datos resultantes de la última operación policial Arcade, saben distinguir alarma de alarmismo, conocen las competencias existentes en el Juego, la realidad de los controles y las sanciones, por citar solamente algunos ejemplos. Como fenómeno social, pretenden crearles un ambiente negativo con razones inadmisibles y artificiosas. Los estigmas no son universales ni imperecederos, pueden crearse o intentarlo acorde al contexto, la cultura imperante o por simple oportunismo. Sin embargo, también pueden evitarse, como sería deseable en este caso.

Pretenden imprimir, con una serie de connotaciones peyorativas y discriminatorias, una “marca” personal que justificaría un trato perjudicial frente a otros que, aparentemente, no la tienen. Las reglas varían de un sistema social a otro, de modo que los atributos y conductas aceptadas o normales en uno pueden no serlo en otro. En términos evolutivos, no deberían permitirse en el nuestro y, por extensión, en ningún otro.

Con la pretensión de aventajar a sus adversarios, usan sucias estrategias y armas desleales, intentando generar un daño gratuito con difamaciones que, comúnmente, nacen de verdades parciales o completas injurias. Raramente se voltea la vista hacia el ejecutor, recriminándole su necia conducta. Persiguen originar bullying, moldeando unos motivos que decoran con falacias ideológicamente interesadas. Es una dupla política, análoga a la que existe entre víctima y victimario. La intención arrabalera les delata, observando la flojera en su materia gris.

Sus fechorías les permiten adecuar el ritmo y progresar en la tensión dramática que parecen anhelar. Si, a su juicio, detectan que el escenario bullanguero soñado se ralentiza, pisan el acelerador y, si consideran que el clímax no llega, avivan el fuego, aunque sea un sinsentido. Su belicismo se justifica en el afán de medrar internamente ante la ineptitud, más que probable, que manifiestan en el ámbito privado. Como resultado, se incrementa la desafección y el descrédito de toda la clase política, incluidos de los ya integrados en su criticada “casta”.

Sin embargo, la ciudadanía no acaba de condenarles por vapulear el servicio público en favor del interés particular persiguiendo un porvenir sin el adecuado mérito, inicialmente impensable e inalcanzable, salvo cuando se reparten golpes bajos al Estado de derecho y son reconocidos por sinvergüenzas afines. Y que conste que conozco a grandes servidores de todo signo que, por desgracia, ven impregnada su reputación por el nauseabundo olor que desprenden otros, deshonrando esa significativa categoría social.

Se deshacen en descalificaciones y despropósitos, intentando castrar parte de la defensa social por estimar su opción como la más equilibrada respecto al interés general y menospreciando el resto de propuestas. Los ciudadanos, ideologías aparte, no tendrían que permitir que se traspasasen ciertas líneas, aunque sean desde sus colores políticos, para evitar que involucionemos como sociedad.

Esos transgresores democráticos provocan repulsión por sí mismos aunque, jerárquicamente, se justifiquen sus infecciosas actuaciones. Es injusto, pero es cierto que el estigma sobre la Política se mantiene gracias a ejemplos como este que, amparados en un moralismo obsceno, desproporcionado e injusto, perjudican y desprestigian a todo un colectivo.

La reiterada “desescalada” debería aplicarse, por un lado, en el enfrentamiento parlamentario para alcanzar una nueva normalidad carente de estas estrategias despreciables, penalizando las falacias y los señalamientos al que piensa diferente. Por otro, también en la industria del juego al ser necesario evolucionar, abandonando el compás de redecorar los datos ya existentes para superar la reventa, como exclusivo beneficio personal que se consigue con ello. Hay que cambiar de fase por creativos, con investigaciones que afloren nuevos argumentos positivos que permanecen latentes, coadyuvando a eliminar el desinformado estigma social existente.

Cualquier camino no conduce por sí solo a la legitimidad social. Indudablemente, en ambos entornos, es aplicable el siguiente aforismo: “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (Einstein).

GERMÁN GUSANO SERRANO

ABOGADO

VER AZARplus 05/06/20.- PSPV: Demagogia en estado puro con motivo de la Ley de Juego de Valencia

1 Comentario

  1. Pienso que a pesar dela tradicional matonearía del Partido Socialista en Valencis desde tiempos de Blasco Ibáñez los parlamentarios afectados deberían acudir a los tribunales pues la ofensa y el posible delito no se comete en sede parlamentaria sino en redes sociales. Es inadmisible.

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