La ONCE no esconde su flagrante competencia desleal hacia sus propios vendedores

El auge del Canal Físico Complementario en la ONCE es un hecho constatable, y cada vez son más los establecimientos como estancos, gasolineras o supermercados, entre muchos otros, que incluyen sus juegos. Algo que, sin duda, no parece sentar nada bien a los que, supuestamente, son los protagonistas principales de la empresa para Carballeda, sus “centinelas de la ilusión”.

Recientemente hemos podido comprobar cómo, de forma bochornosa, la ONCE promueve una clara competencia desleal, al instaurar uno de sus CFC a escasos cinco metros de una de las administraciones oficiales en un municipio de la ciudad de Cádiz.

Este canal complementario, cuenta con múltiples ventajas a la hora de su comercialización, según declaran varios trabajadores de la ONCE en declaraciones exclusivas a AZARplus que, por miedo a represalias, prefieren el anonimato. “La venta mínima exigida, sin amonestación ni despido, es de 620 euros al mes en el CFC. Mientras, para los vendedores, las ventas deben de ser de unos 4600 euros mínimo al mes, aunque en muchas ocasiones piden más y esto no te da acceso a renovar”.

Pero, como señalan los trabajadores, esto es sobre el papel, y la realidad es aún más dura: “Está escrito que un vendedor que venda 210 euros diarios estaría cubriendo lo que la ONCE estipula que necesita vender para no ser un gasto para la organización (de las subvenciones españolas y europeas se olvidan). Un vendedor que venda 210 euros diarios no comisiona puesto que en 22 jornadas se empieza a comisionar a partir de unos 3.500 euros y, si comisiona, es mínimo. No van a aguantar a un vendedor que venda 210 euros diarios mucho más de unos meses y no harán nada para que sus ventas suban”.

De igual forma, las comisiones de venta en el CFC, desde la primera venta, es entre un 6% y un 7%, pudiéndose negociar según volumen de venta. Para los vendedores, las comisiones se asocian a unos umbrales que en muchos casos son inalcanzables. Sin mencionar las facilidades de distribución que ofrecen a los CFC, entregándose en la puerta del comercio, cuando los propios vendedores tienen que ir a recogerlo.

Una batalla que parece perdida en muchas ocasiones, y más aún si, como ocurre en esta ocasión, ni siquiera comprueba la dirección si existe una administración frente al establecimiento solicitante, que vaya a mermar aún más las posibilidades de venta del trabajador.