Los caminos de la Libertad

Juan Espinosa ha elegido la prudencia, la honestidad y el optimismo pero sin autocomplacencia para esbozar de una manera muy clara los retos con los que se va a enfrentar en su mandato, retos que vienen constituyendo las líneas de acción de la Dirección General: viabilidad, responsabilidad y transversabilidad. Tres conceptos en los que se ha de forjar el futuro del Juego Online.

Juan Espinosa ha elegido la prudencia, la honestidad y el optimismo pero sin autocomplacencia para esbozar de una manera muy clara los retos con los que se va a enfrentar en su mandato, retos que vienen constituyendo las líneas de acción de la Dirección General: viabilidad, responsabilidad y transversabilidad. Tres conceptos en los que se ha de forjar el futuro del Juego Online.

La ilusión de poder “contribuir a la consolidación de un mercado competitivo e innovador”, como nos adelantaba Espinosa en su primera comunicación pública como Director General de Juego es algo que todos compartimos pero para ello tenemos que avanzar en aquellos frentes que ralentizan el desarrollo natural del Juego Online.

Escuchar al Director General de Juego cuando dice abiertamente que desde el máximo organismo de regulación online les gustaría ponerse a trabajar en “cualquier idea que pueda ser comercializada” o cuando habla de que “debemos construir una imagen del Sector acorde con la realidad y que seamos capaces de transmitirla a la sociedad” es reconfortante y al mismo tiempo una prueba de que efectivamente, como decía su antecesor en el cargo “Juan Espinosa es el Director General que nuestro Sector se merece” porque, primero, no se mantiene al margen, de sus palabras se desprende que sigue posicionándose como parte del Sector dentro de que tiene muy claro su importante y decisivo papel regulatorio. Y segundo, porque al exponer que continuará con la filosofía de la cautela, la reflexión, el análisis nos garantiza una toma de decisiones transparente y ponderada.

Y a todo esto hay que añadir la trayectoria de profesionalidad para acometer los proyectos y la sensibilidad con las necesidades de nuestra Industria, algo que matizo muy bien Juan Manuel Contreras, Subdirector de Ayudas Públicas e Informes de Proyectos Normativos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia al calificarle como “muy sensible en los temas de competencia y con gran capacidad para que este mercado funcione”.

Buenas palabras que se refuerzan con actos sinceros que nos llevan a ser optimistas. Todo apunta a que los próximos años en los que Juan Espinosa va a llevar el timón de la DGOJ va a ser el momento en el que se resuelvan muchos de los problemas que desde el nacimiento de la necesaria pero poco práctica Ley del Juego ha llevado a que el Juego Online en nuestro país no tenga los resultados que muchos analistas esperaban antes de la entrada en vigor de la citada normativa. Y es que, segmentos como el Póquer o las Apuestas cruzadas han sufrido de forma devastadora las consecuencias de un no rotundo a la liquidez internacional y una presión impositiva que ningún jugador puede soportar. La experiencia ha dado la razón a todas las voces que auguraban este oscuro futuro para el Online si se mantenían esas directrices, ayer escuchamos una vez más los argumentos más solventes fruto de acreditados estudios. De modo que hay esperanza y ese talante conciliador y reflexivo de Juan Espinosa estamos seguros que va a desembocar en un desarrollo más acorde con las necesidades de todos los agentes que componen esta Industria. Agentes entre los que destaca el Jugador, aquel ciudadano que tiene derecho a ejercer su libertad y Jugar dentro de un marco seguro.

El Sector debe volcarse en los retos que exponía el Director General de Juego y la Dirección General de Ordenación de Juego debe también involucrarse en conseguir ese mercado “potente e innovador” capaz de ofrecer el Ocio que la sociedad demanda y que si no obtiene del canal regulado, como ya hemos podido comprobar, se irá al oscuro mundo de la clandestinidad, un mundo en el que el miedo si esta justificado dado que sin regulación no hay garantías.