¡Oh tiempos, oh costumbres! querida Sara

Sara, una amable lectora que se dice habitual de nuestra web, me manda un cariñoso mensaje de apoyo y solidaridad como un regalo enlazado con una frase de Cicerón. Un rendido tributo de erudición supera cualquier expectativa que yo pudiera tener en mis relaciones de disipación y buenas compañías. Como hijo de carpintero que soy amo la felicidad del gato acurrucado junto a la estufa y adoro la belleza femenina inalcanzable… pero donde verdaderamente pierdo los papeles de la humana emoción, es ante la manifestación sensible de la inteligencia… que no la tiene el gato, que no la manifiesta la belleza…

Sara, una amable lectora que se dice habitual de nuestra web, me manda un cariñoso mensaje de apoyo y solidaridad como un regalo enlazado con una frase de Cicerón. Un rendido tributo de erudición supera cualquier expectativa que yo pudiera tener en mis relaciones de disipación y buenas compañías. Como hijo de carpintero que soy amo la felicidad del gato acurrucado junto a la estufa y adoro la belleza femenina inalcanzable… pero donde verdaderamente pierdo los papeles de la humana emoción, es ante la manifestación sensible de la inteligencia… que no la tiene el gato, que no la manifiesta la belleza…

Sara y desde ahora, querida Sara, has elegido bien. Citando a Cicerón me has dado pie al editorial de hoy y, lo que es más importante, has aflorado mis más bellos recuerdos de adolescencia en la que intentaba frenar el ímpetu de la testosterona con las no menos briosas frases de las Catilinarias. Aquel Cicerón deslumbrando al Senado romano con la inagotable fluidez de su verbo : ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?…basta con sustituir el nombre del traidor Catilina por el de LAE, ONCE, GOBIERNO,LUDÓPATA, AUTONOMÍA, ASOCIACIÓN, REGULADOR, OPERADOR, ETC… para tener ya escritos los más profundos y sugerentes editoriales.

No existe nada que la Historia haya ignorado previamente. Cualquier suceso de hoy tiene su referente en los tiempos pretéritos de la memoria. Somos tan hijos del ayer como del futuro. Prisioneros del presente, olvidamos con frecuencia el marco de la resolución ya precedida… ¡Oh tiempos, oh costumbres! clama un Cicerón armado con el bálsamo abrasivo de la verdad… sin palos, ni arcos, ni espada… sólo con palabras, con frases que nacen en la unidad de su conciencia, que le suben intestino arriba y que finalmente expulsa con la fuerza volcánica del fuego de la razón.

Yo no soy Cicerón pero, veintiún siglos después, comparto con él nuestro origen humilde y la insustituible emoción de la verdad expresada en palabras. ¡Oh tiempos, oh costumbres!… Ójala mis representantes en la Unión Europea sepan defender mis derechos usurpados por los traidores y mamarrachos que hablan en nombre del Estado, en nombre del Pueblo, en mi nombre… Gracias Sara, querida Sara. Sigue mirando de frente y sin miedo a la verdad porque te juro, por mis hijos, que jamás te convertirás en estatua de sal.