Otro suponer…

Dadas las circunstancias y con desenfrenada audacia, he decidido externalizar mi vida sexual. Confirmo así que soy un bicho raro al que no hay que tomar en consideración sus presuntas ignominias. Sin embargo y a trueque de equivocarme, gusto de explorar otras afrentas y osadías ajenas que me llaman poderosamente la atención.

Dadas las circunstancias y con desenfrenada audacia, he decidido externalizar mi vida sexual. Confirmo así que soy un bicho raro al que no hay que tomar en consideración sus presuntas ignominias. Sin embargo y a trueque de equivocarme, gusto de explorar otras afrentas y osadías ajenas que me llaman poderosamente la atención.

Tal es el caso del Foro ese, sobre el Juego responsable, que está organizando la DGOJ. Aunque parezca mentira ha conseguido interesarme a base de preguntarme, una y otra vez, qué coño pinta en el evento la Delegación del Gobierno para el Plan de Drogas y otras Adicciones. Ustedes perdonen mi ingenuidad, pero el método inductivo socrático es uno de mis favoritos a la hora de poner en sazón mis conocimientos.

Y me he preguntado hoy si existe en España alguna Institución Pública capaz de convencer a El Corte Inglés de colocar carteles en sus establecimientos advirtiendo a su clientela de los peligros adictivos de las compras compulsivas… o un letrerito en las puertas de entrada que diga más o menos : ” ENTRAR EN ESTE COMERCIO PUEDE PRODUCIR CLEPTOMANÍA “

Se perfectamente que apuro las argumentaciones pero, científicamente hablando, el circuito de recompensa cerebral tiene factores individualizados que lo activan con experiencias de naturaleza distinta entre las personas. El acto volitivo de comprar unos calzoncillos o de jugar al 27 en la ruleta puede producir el mismo placer o la misma indiferencia… El problema viene cuando te compras todos los días trescientos calzoncillos o juegas trescientas veces al 27…

Pero eso a El Corte Inglés se la trae floja porque ni la sanidad, ni las adicciones son su problema… Y, por supuesto, a ninguna Administración Pública se le ha ocurrido hacerles sentir la más mínima culpa por los muchos clientes que roban en sus establecimientos comerciales. Así que, al loro tíos…